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Efectos del oxígeno (O2) en el tratamiento o rejuvenecimiento de la piel

¿Qué es la piel?

La piel humana es el órgano del sentido del tacto, que ocupa algo más de 20 metros cuadrados de superficie de cobertura corporal, y cumple con un conjunto de funciones que pueden clasificarse como Función Protectora, Función Sensorial, Función Reguladora y Función Estética.

Las diferentes funciones de la piel

Función Protectora

La función protectora se establece en la parte más externa, al delimitar el cuerpo humano y proteger las estructuras que se acomodan bajo su superficie como lo son los músculos y los tendones.

Su superficie exterior, denominada epidermis, está constituida por células epiteliales, en proceso de descamación y células de defensa celular o humoral, y representa una pared semipermeable que impide el ingreso de algunos agentes físicos, químicos y biológicos hacia el interior del cuerpo, formando una capa relativamente inerte de material biológico que retiene agua, materiales externos y microorganismos que, de otra forma, invadirían el interior de los diferentes sistemas fisiológicos intoxicándolos o colonizándolos.

La epidermis está compuesta por capas de células llamadas queratinocitos. EB = estrato basal; EE = estrato espinoso; EG = estrato granuloso; E= estrato.

La piel es, además, un sistema que impide que los cambios físicos significativos como las repentinas variaciones de temperatura o presión atmosférica, que puedan darse en el entorno, afecten de modo significativo la estructura o función de las moléculas biológicas del interior de las otras células y tejidos, actuando como un amortiguador fisicoquímico.

Función Sensorial

La función sensorial se desarrolla a través de la extensa inervación que atraviesa su estructura, permitiendo la percepción de presiones, temperaturas y texturas para categorizarlas en el cerebro con respecto a su inocuidad o peligrosidad para con la integridad del cuerpo.

Función Reguladora

La función reguladora es mucho más amplia, y no se limita al intercambio térmico con el entorno, permitiendo la eliminación de los excedentes caloríficos del metabolismo, sino que también la regulación de la cantidad de agua disponible y la eliminación de sustancias tóxicas provenientes de los procesos degradativos de la obtención de energía y el recambio fisiológico de las moléculas en los ciclos biológicos. La forma ciliar del cabello que crece en la piel proporciona, en el ser humano, una función de percepción de leves cambios de presión ejercidos por insectos minúsculos que ameritan acciones de protección, o por alteraciones de la presión atmosférica, indicando condiciones que tienen repercusión en la regulación de la presión sanguínea y pulmonar.

Función Estética

La función estética tiene sentido únicamente en la especie humana capaz de percibir sensaciones más allá del aspecto instintivo de la reproducción por la presencia de células generadoras de feromonas y de pigmentos de señalización natural, y se relaciona específicamente con la capacidad de producir un estímulo a la lívido, a través de la apreciación estética humana. Es una de las funciones más cultivadas por el ser humano ya que, las demás, se dan por rutinarias, y van desde la manifestación dérmica del desarrollo muscular en el fisicoculturismo, hasta la proliferación de gimnasios y clínicas de estética facial con la consiguiente preocupación por el envejecimiento de la piel expresado en el rostro y las extremidades.

Estructura de la piel

La piel se distribuye en tres capas principales que son, desde el exterior hacia el interior: la Epidermis, la Dermis y la Hipodermis. La epidermis está dividida en estratos desde el córneo que representa la barrera casi inerte hasta el basal que es el que se conecta a la dermis por medio de una capa de unión dermoepitelial, rica en proteínas diversas y colágeno (80% de la matriz extracelular) que constituye no solamente una región de almacenamiento de agua y transporte de nutrientes disueltos, sino que también es una zona de amortiguamiento mecánico. Esta región dermoepitelial se une a una vasta región celular en la que se ubican diferentes órganos y folículos generadores de sustancias orgánicas hidrofílicas (proteínas y pigmentos) e hidrofóbicas (ácidos grasos y ceras de recubrimiento dérmico y piloso) El tipo de células residentes y transitorias de la piel se encuentra descrito ampliamente en la literatura [1]. Bajo la dermis se encuentra la hipodermis que es una capa rica en tejido adiposo y conectivo por donde se realiza la irrigación sanguínea principal y la oxigenación eritrocítica.

Debido a que la epidermis es generalmente una capa muy delgada en comparación con la dermis y la hipodermis, una piel saludable depende de la estructura y fisiología adecuadas de todas ellas, y, por lo tanto, de que los tejidos involucrados puedan estar provistos de los nutrientes estructurales y energéticos necesarios para el buen desempeño histológico.

Cambios en la piel

Cambios en la piel

Con el paso del tiempo, la piel empieza a perder tersura, elasticidad, humedad, tonicidad y grosor, manifestándose las arrugas, la resequedad y la heterogeneidad en su coloración. Las evidencias bioquímicas y fisiológicas del envejecimiento de la piel se resumen de la siguiente manera:

  • Disminución en la producción de colágeno tipo I (pérdida de tersura y aparición de arrugas)
  • Disminución en la producción de elastina (pérdida de elasticidad y la aparición de estrías)
  • Reducción de lipocitos y lecitina (eliminación del suavizamiento de forma, agudizando facciones óseas)
  • Rápida fatiga del músculo piloerector (pérdida de función sensora y reguladora)
  • Reducción en la frecuencia de desfoliación (superficie inerte carente de humedad)
  • Reducción en la citogénesis (adelgazamiento de la piel)
  • Alteración en la producción de melanina dérmica y pilosa (manchas de la vejez y canas)
  • Reducción de tejido conectivo (desarrollo de colgajos y excedentes colgantes)

De acuerdo con el Colegio Norteamericano de Cirujanos Plásticos (American Society of Plastic Surgeons), las causas no genéticas mejor demostradas y más frecuentes de envejecimiento de la piel son las siguientes:

  • Radiación solar, sobre todo del tipo UV (generación de radicales libres y consumo de oxígeno para su neutralización)
  • Pérdida intensiva de grasas (pérdida de elementos de forma)
  • Humo especialmente del cigarrillo (generación de radicales libres y consumo de oxígeno para su neutralización y la oxidación de hidrocarburos de la combustión incompleta)
  • Dieta pobre en productos naturales (altos consumos de oxígeno para metabolizar sustancias sintéticas)
  • Poca actividad física (limitación tópica a la irrigación sanguínea y déficit local de oxígeno)
  • Estrés (fatiga muscular pilosa por respiración anaeróbica).
  • Muy bajas temperaturas ambientales (pérdida de humectación).
  • Ingesta de alcohol (deshidratación y afección de sistema de irrigación sanguínea).
  • Baja ingesta de lecitina o fosfolípidos (esctructurador de la membrana celular).
Función de la piel

Como puede observarse, casi todas las causas tienen como consecuencia la competencia por el oxígeno disponible para el metabolismo celular y para el funcionamiento energético adecuado del cuerpo humano, dejando con déficit los sitios más recónditos, principalmente aquéllos en los que el diámetro de los capilares sanguíneos tiene a veces las dimensiones de los eritrocitos, y por ello su flujo es lento y la velocidad de intercambio gaseoso se hace también más lenta.

No obstante, la evolución de la piel humana ha permitido que esta pueda tener perfusión desde el aire ambiental que contiene un 21% de oxígeno, para satisfacer las demandas de oxígeno de la dermis y la epidermis (sobre todo en el estrato basal), ya que la hipodermis se satura con la perfusión desde los capilares sanguíneos inmersos en ella [2,3]. Esta ha sido hasta ahora, la explicación de los excelentes resultados obtenidos por la oxigenoterapia, en las patologías o condiciones estudiadas. Hay tres patologías que se resuelven favorable y exitosamente con la oxigenoterapia tópica: El acné, la nariz bulbosa fimatosa (piel rosácea), y el envejecimiento dérmico [4].

Bibliografía: [1]Lloyd, D.; Patel, A. 2008. Estructura y Fun- ciones de la Piel. Capítulo 1. Dermatología, pp. 1 – 4. [2]Strucker, M. et al. Skin uptake of atmos- pheric oxygen contributes significantly to oxygen supply of human dermis and epider- mis. J. Physiol. (538), 985-994, 2002. [3]Wang, W.; Winlove, C.; Michel, C. Oxygen partial pressure in outer layers of skin of hu- man finger nail folds. J. Physiol. (549), 885- 863, 2003. [4]Pugliese, P. 2008. The practical use of to- pical oxygen. http://www.skininc.com/skinsci- ence/physiology/27271624.html

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