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Alimentación complementaria

El concepto de alimentación complementaria se refiere al paso de la alimentación a base de leche, sea materna o con formula a otras fuentes de nutrición en los lactantes, es decir “los otros alimentos que complementan la nutrición”.  

Durante esta etapa de la vida, las necesidades nutricionales de los lactantes son elevadas por su metabolismo acelerado, un desarrollo rápido y tamaño del estómago entre otras.

En la etapa de lactante hay una velocidad de crecimiento con grandes necesidades de energía y nutrientes, de no ser atendidas, coloca al niño en riesgo nutricional por las malas prácticas de alimentación, es por esto que la adecuada nutrición se constituye en uno de los mayores determinantes para el crecimiento y desarrollo entre los 6 a 24 meses de edad.

¿Por qué es importante la alimentación complementaria?

Porque una alimentación complementaria adecuada tiene impacto sobre el estado nutricional, el crecimiento y desarrollo como se mencionó antes, progresan de una alimentación a base de leche a la comida familiar y a autoalimentarse.

Esta transición va al ritmo de las habilidades para alimentación, cuando el sistema de masticación, succión nutritiva, deglución y respiración están en sincronía, aunque no necesariamente todas estén presentes simultáneamente. Explicado de otra manera, hay diferencia entre tragar líquidos y sólidos. también cuando logran sostener la cucharita con las manos y “encontrarse la boca”.  Una alimentación complementaria adecuada funciona como una programación metabólica o nutricional post natal y conductual relacionada con los alimentos, para la prevención de enfermedades no transmisibles como obesidad, alergias, enfermedades cardiovasculares en el corto, mediano y largo plazo.

Siendo que es un período crítico para el desarrollo neurológico especialmente en las funciones cognitivas, en la corteza prefrontal, la mielinización, por ejemplo, el cerebro del lactante crecerá del 25-80 % del adulto durante estos años.  El aporte de nutrientes que influyen el desarrollo cerebral temprano, como: consumo de fibra, macronutrientes (proteínas, grasas, glucosa) y los micronutrientes (zinc, cobre, yodo, hierro, folatos, colina, omega 3, algunas vitaminas).

¿Cuándo iniciar la alimentación complementaria?

Se inicia cuando la lactancia materna no es suficiente para cubrir los requerimientos nutricionales del lactante, puede empezar a los 4 ó 6 meses de edad, dependiendo también de las condiciones del niño, peso, si sostiene la cabeza, cuando los reflejos de masticación o algunos de ellos están presentes, pues cada uno madura a una velocidad diferente, también se debe considerar el ambiente familiar. Para los lactantes la habilidad para alimentarse se considera un hecho.

 El médico pediatra es quien mejor puede recomendar el momento.

¿Cómo iniciar la alimentación complementaria?

La alimentación saludable es educación y formación de un hábito, despacio, crear un momento agradable, dedicar toda la atención y tiempo, no sustituye a la lactancia. Los alimentos siempre calientes, se van sumando, tomando como base los horarios de las comidas principales en la familia y un par de refacciones, una por la mañana y la otra por la tarde.

La frecuencia inicia desde 2 a 3 veces al día hasta 5 y 6 según se vaya avanzando en edad y ganancia de peso, clave indispensable para evaluar el aprovechamiento de los alimentos, por el tamaño del estómago y las recomendaciones del médico pediatra.  Por tanto, se sugiere un control de peso cada cuatro semanas o un poco más para hacer los cambios necesarios.

La alimentación saludable no solamente es comer “alimentos sanos” si no es crear estos hábitos en cuanto a horarios, variedad de alimentos, fortalecer la adaptación a todos los alimentos nuevos y evitar el rechazo “niño melindroso”, sentarse a la mesa sin distractores, no pantallas, sin juguetes, hábitos que harán la programación nutricional para toda la vida.

Inicia con la modificación en la consistencia de los alimentos, cada vez con texturas más gruesas, nada licuado, desde papillas hasta pequeños trozos.  Con una secuencia en la introducción de los alimentos, desde cereales, verduras, frutas y carnes, probando en intervalos para mejorar la aceptación. Se calcula que deben hacerse unos diez intentos con cada alimento que aparentemente sea  rechazado. Respetando los tiempos de comidas, el número de veces al día y calculando las cantidades.  Es recomendable tomar unos 10 a 25 minutos por cada tiempo de comida, no menos, tampoco extenderse.  Utilizar siempre el mismo lugar para darle de comer, idealmente que sean 1 a 2 personas las encargadas, esto con la idea de que el niño se enfoque en el proceso.

Aquí es donde las prácticas inadecuadas provocan malos hábitos y pueden identificarse algunos trastornos de alimentación.

Los invito a leer mis próximos artículos, en los cuales les compartiré más temas relacionados con salud infantil.

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