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Factores de riesgo del cáncer de piel

El cáncer de piel se encuentra entre los más frecuentes en la población en general. Puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en la piel que ha estado expuesta a la luz solar, como la cara, el cuello, las manos y los brazos.

Los tipos más comunes dependen de las células de donde se originan; el que se origina en las células de la piel que producen el pigmento llamado melanina se conoce como melanoma, y el que se origina en las células de la capa más externa de la piel se conoce como queratinocítico (o no melanoma).

En los últimos años se ha observado un aumento en el número de casos, debido a varias causas, como la exposición al sol en la niñez, el uso de cámaras de bronceado y el agujero en la capa de ozono; todos ellos debido a una mayor exposición a los rayos solares.

¿Qué causa el cáncer de piel?

La mayoría de los cánceres de la piel, son el resultado de varios eventos que modifican el ADN de la célula. Estas alteraciones inician por la exposición a factores ambientales como la luz solar, que es la fuente principal de rayos ultravioleta. La radiación ultravioleta tiene tres rangos de longitud de onda, llamados UVA, UVB y UVC. (Santillana & Aldecoa, 1999) Los rayos UVA son responsables del 10% de los efectos adversos de la radiación ultravioleta sobre el organismo y del envejecimiento celular.

¿Qué causa el cáncer de piel?

Los rayos UVB, que son absorbidos en un 90% por la epidermis, son los responsables del bronceado y de provocar el cáncer. Estoy rayos son los que emite el sol principalmente entre las 12 y 16 horas. Los rayos UVC poseen propiedades en contra de las bacterias y son responsables de las quemaduras solares sin bronceado, por ello son potencialmente las más peligrosas. El ozono impide su penetración en la atmósfera. Están presentes en fuentes artificiales como lámparas bactericidas y arcos de soldadura industrial. (Morales-Molina, y otros, 2006).

El tiempo de exposición al sol y la protección con ropa o bloqueador solar son variables que alteran la exposición a los rayos ultravioleta. Las lámparas y camas de bronceado también son fuentes de radiación ultravioleta; se conoce que las personas que tienen altos niveles de exposición a la luz procedente de estas fuentes tienen un mayor riesgo de cáncer de piel, por lo cual deben ser evitados en toda circunstancia. (Asociación Americana del Cáncer).

La piel posee mecanismos de defensa para evitar los efectos dañinos de las radiaciones. El bronceado es uno de estos mecanismos de defensa, ya que es una respuesta protectora ante la amenaza de la radiación solar. El proceso de protección de la piel inicia tan solo 5-19 minutos después de la exposición a los rayos UV. Aumenta el grosor de la epidermis (la capa más superficial de la piel) y aumenta la producción y distribución de la melanina.

El nivel de protección contra los rayos UV depende de la cantidad de melanina presente en la piel y de la edad, por eso las pieles claras y los niños (sobre todo los bebés), es- tán más expuestos a quemaduras y daños por el sol. (Morales-Molina, y otros, 2006).

¿Cómo evitar el cáncer de piel?

Existen varias medidas que debemos adoptar para evitar el riesgo al cáncer de piel; todas se basan en evitar el daño al ADN producido por el bronceado. Recomendaciones:

  1. Evitar realizar actividades bajo el sol entre las 10-16 horas.
  2. Usar ropa ligera y oscura (negra, verde o azul).
  3. Usar sombrero de ala ancha para protección de cabeza, cuello, nariz y orejas.
  4. Usar lentes oscuros con protección hacia radiaciones UVA+UVB, y con monturas anchas para protección lateral y superior.

Como una parte integral de estas medidas, se debe tomar en cuenta el uso de los filtros solares. Para recomendar el ideal, nos debemos basar en la respuesta de la piel frente a las radiaciones solares dependiendo del fototipo de piel que cada uno presenta.

¿Qué fototipo soy yo?

El fototipo está definido por el color de la piel y del cabello, así como la tolerancia y asimilación del bronceado y la tendencia a la quemadura solar. Existen seis fototipos:

Clasificación de fototipos
Fuente: https://saludcantabria.es/

Los protectores (O filtros solares) son productos que se aplican sobre la piel, logran reducir el riesgo de cáncer, prevenir el envejecimiento prematuro y la irritación de la piel. Estos se clasifican en orgánicos, que funcionan absorbiendo los rayos ultravioleta e inorgánicos, que reflejan los rayos ultravioleta. La mayoría de los productos en el mercado utiliza ambos componentes para prevenir la irritación de la piel. (Cancer Research, UK, 2011).

Todos los protectores presentan un valor de Factor de Protección Solar (FPS). Este valor indica la protección que proveen utilizando el producto fotoprotector en comparación con una piel sin protección. Aunque ningún filtro solar provee protección del 100%, a partir del FPS 15, se obtiene una protección del 93% de radiación UVB. Para que se provea la máxima protección, es importante que este se aplique correctamente, utilizando el equivalente al contenido en dos cucharadas soperas para cubrir el cuerpo en su totalidad y aplicándolo sobre la piel seca 30 minutos antes de exponerse al sol. Se debe reaplicar cada 30 minutos luego de salir del agua, tras sudar o realizar ejercicio. (Morales- Molina, y otros, 2006) En personas con pecas, piel, cabello y ojos claros deben aplicarse FPS > 30 ya que presentan un riesgo más elevado.

Este contenido es la segunda parte del artículo El aparecimiento y tipos de cáncer de piel

Bibliografía: Asociación Americana del Cáncer. (s.f.). Prevención y detección temprana del cáncer de piel. Recuperado el marzo de 2012, de Sociedad Americana de Cancer: www.cancer.org Cancer Research UK. (Enero de 2011). Cancer Research UK. Recuperado el diciembre de 2011, de www. cancerresearchuk.org Giannetti, A., Galimberti, R., Arenas, R., Azulay-Abulafia, L., Chalelea Mantilla, J. G., Chang, P., y otros. (2012). Tradado de Dermatología. Padua: Piccin, Nuova Libreria. MORALES-MOLINA, J., GRAU, S., JIMÉNEZ-MARTÍN, J., MATEU-DE ANTONIO, J., ESPONA, M., BERGERSFRAILE, M., y otros. (2006). Quemaduras solares: fotoprotección y tratamiento. Ars Pharmaceutica, 119-135. Santillana, S., & Aldecoa, F. (1999). Biología Molecular de Cáncer de Piel. Dermatología Peruana, 9 (1). The Skin Cancer Foundation. (s.f.) Recuperado el marzo de 2010, de www.skincancer.ar.com

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