Aunque tu inocencia no conoce de influencias, las circunstancias te llevaron al Hospicio San José, donde te trataron con cariño y te brindaron bienestar, te alimentaron sin importar de dónde vienes o estarás.
Te curaron, te abrigaron y te motivaron a estudiar cada noche te medicaron y te enseñaron oraciones, para que duermas sin dolores que te hagan desfallecer porque la intención es que regreses sano a tu comunidad.
En el Laboratorio se buscan los indicios invisibles para que cualquier desorden que tu cuerpo invada, no ataque las cansadas defensas que te quedan y se provoque una guerra interna por sobrevivir.
Me supongo que cuando el intento de curarte se hace inútil y tu cuerpo ha abandonado su entusiasmo por vivir, sólo queda la Iglesia donde Dios te está esperando aunque estuvo a tu lado, pero hoy te llevará a la eternidad.
Para que goces de su generosidad y de su bondad infinita, para que calmes los sinsabores del rechazo y la soledad, para que dejes el ejemplo de perseverancia en los pasillos y en cada rincón del que fuera por un tiempo, tu último hogar.
Por qué se escribió este poema:
Porque en el Hospicio San José, vimos la ternura que se paseaba por los rincones donde los niños estudiaban, se alimentaban, jugaban y dormían. Las enfermeras que hacían de madres, se esmeraban en buscar las alternativas, para que los niños se sientan bien en la medida de las posibilidades.
Sentimos que el ambiente alimentaba de esperanza a los niños que tenían VIH, unos con la enfermedad desarrollada y otros que tenían solo el virus, demás vimos festejar el cumpleaños de una niña, cuya inocencia no entendía el acto, pero el personal del Hospicio San José, lo sabía y estaban dando una alegría que probablemente sea la última o podrán festejar otros años.
Sentimos hondamente la soledad de los niños, porque estaban abandonados por sus padres, que en unos casos eran drogadictos, pero que el personal del Hospicio San José, sustituían, de alguna manera, esa necesidad de los niños.
Era un ambiente y responsabilidad que no se podía entender, porque el amor puesto en esa relación Hospicio-niño, eliminaba cualquier distancia de los niños y sus familias.