Es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en la edad pediátrica, se estima que cada año se diagnostican 77,000 casos nuevos y la incidencia varia de un país a otro. La diabetes tipo 1 se caracteriza por la incapacidad del páncreas para producir insulina, hormona indispensable para la vida. En la diabetes tipo 1 las células del páncreas (células beta) son destruidas por mecanismos autoinmunes (significa que unas células de nuestro cuerpo atacan a las otras), causando la pérdida total, de producción de insulina.
Esta pérdida de insulina provoca un aumento de glucosa en sangre, la glucosa es la principal fuente de energía que obtenemos de los alimentos ricos en carbohidratos.
Esta elevación de glucosa (hiperglicemia) provoca síntomas evidentes como:
- poliuria (orinar frecuente),
- polidipsia (sed),
- pérdida de peso.
Otros síntomas que pueden presentarse son cansancio, debilidad generalizada, nicturia (orinar por la noche), en niños muy pequeños: vómitos, nausea, dolor abdominal, o la complicación aguda Cetoacidosis Diabética que implica más síntomas con incidencias mucho más serias.
Desde que se conoce la relación entre el mal control glucémico y el desarrollo y progresión de complicaciones crónicas en los pacientes con diabetes tipo 1, se ha intentado una mejora continua del control de la enfermedad. Se describen 3 pilares importantes sobre el que se apoya el tratamiento, estos son:
- insulina,
- Ejercicio,
- Dieta.
La insulina es imprescindible para vivir, por lo que los objetivos en el tratamiento se basan en tratar de imitar lo que hace el páncreas y colocar insulina en cada tiempo de comida o multidosis que puede colocarse con jeringas de insulina o lapiceros dependiendo del tipo de insulina que tengamos, en base al control previo de glucemia de forma capilar (punción en el dedo) y cantidades de carbohidratos que se ingieren.
Ayudemos a los niños con diabetes
Estos pacientes tienen que tener hábitos regulares de alimentación y conocer el contenido de carbohidratos de los alimentos que deben comer, cuidar lo que se come y evitar el consumo de azúcares, sobre todo entre comidas.
Actualmente también se cuenta con sistemas de infusión continua de insulina y monitorización continua de la glucosa intersticial. Todo lo anterior conlleva una gran implicación por parte de los padres, pacientes y profesionales de la salud, así como la necesidad de una adecuada educación diabetológica, un aprendizaje y contacto estrecho con el médico especialista en diabetes.
No olvidemos que es una enfermedad sin distinción ni discriminación alguna.