Las fiestas de fin de año transcurren en tan solo dos semanas. Es increíble observar cómo en ese corto período de tiempo se despiertan diversidad de emociones, por lo que es común ver como muchas personas suelen recurrir a los excesos (comida, bebida, visitas, amigos, gastos innecesarios por mencionar los más comunes). La mayoría de las veces esto se debe a ese remolino emocional que se mueve desde el inconsciente, el cual puede conducir a la persona a buscar “refugios o alivios temporales”.
Un aspecto importante por el que es una temporada altamente emotiva es porque se acerca el fin de año, con el cual algunas personas dejan atrás una época, seres queridos, acontecimientos que los marcaron de forma relevante y se preparan para enfrentar una nueva oportunidad, lo cual los llena de entusiasmo, esperanza y fe, confiando en que “algo mejor vendrá”.
Las emociones que se despiertan en cada persona suelen ser diferentes, dadas sus condiciones de vida y las circunstancias que los rodean. Por un lado, se puede experimentar alegría, esta puede ser provocada por la oportunidad de compartir con familia y amigos, un posible viaje, tener una cena especial, recibir regalos, etc.
La ilusión es otra emoción que surge en estas fechas debido a la evocación de recuerdos de la infancia, implicaciones religiosas y el encuentro o reencuentro con personas especiales.
Esperanza, en que algo nuevo está por nacer, la realización de proyectos profesionales o personales, de un cambio esperado, metas o sueños realizados, etc.
Amor, surge e invade los hogares en estas fechas, permitiéndonos valorar todas anquellas cosas que el dinero no puede comprar y que pasamos por alto el resto del año.
Nostalgia, debido a los recuerdos de estas fechas especiales, de personas que ya no están con nosotros, situaciones que han cambiado y que en algún momento disfrutamos.
Tristeza, por un año que termina, por los que no volveremos a ver o a compartir con ellos, por lo que se va y no vuelve más.
Culpa, debido a los excesos que se cometen en estas fechas, de comidas, bebidas, gastos, y además podría ser también el resultado de no haber alcanzado alguna meta durante el año, o no haber hecho lo mejor sobre todo con nuestros seres queridos.
Vergüenza, por no poder celebrar como nos gustaría, o dar regalos a todos los que quisiéramos, por no poder realizar el viaje que habíamos planeado.
Todos experimentamos diferentes emociones y estas son, en la mayoría de los casos, influidas por nuestras circunstancias sentimentales, físicas o materiales.
Por todo lo anterior, estas semanas, deben ser una oportunidad para aprender a ser más empáticos, llenarnos de amor y calidez para nosotros mismos y para los demás, recordando que cada uno vivimos diferentes situaciones, que tenemos derecho a sentir y expresarnos de distinta manera, pero lo más importante en medio de cualquier circunstancia, es que merecemos que la paz y armonía habite siempre en nuestros hogares.
