A doña Isabelita Gutiérrez de Bosh, que sin importar las condiciones ni de quién se trate, ha hecho de la ayuda a quien se merece, un material diario donde mide su plan de vida y aumenta su historia, porque atinó a pensar y comprobó que todo tiene solución si nos lo proponemos.
Estuvimos en su oficina, nos atendió muy cordial y con esa calidad de dama que la caracteriza, doña Isabelita, como la llaman con cariño, se incrustó en el espacio de quienes necesitan una oportunidad para salir adelante, por la humildad que representa su persona, ha dado el ejemplo de que, si se ayuda, debe ser en sectores prioritarios: salud, educación, medio ambiente y todo aquello que convive con nosotros.
Nos mostró que si hay una intención verdadera, la ayuda es un aliciente y el mecanismo que impulsa a los buenos, porque de igual modo, su carácter y la grandeza hecha mujer, simplemente siembra oportunidades y su generosidad, es ejemplo para sentir una enorme gratitud, porque ayuda, especialmente en educación persiguiendo para Guatemala, formar profesionales de renombre que trabajando harán de este país un lugar mejor, las palabras captadas en la entrevista, son conmovedoras por su contenido y alcance de una vida al servicio de los demás.
Hablando de su infancia nos cuenta:
¡Recuerdo las niñas del vecindario llegaban felices a jugar con mis muñecas!, cualquier tiempo de juego era escaso, pero en mi alma aparecía la alegría; aunque parezca insólito e irreal yo tenía los juguetes y el tiempo disponible, ellas tenían su condición que me entristecía, pero nos unía el inmenso deseo de jugar.
Como familia fuimos a vivir en Quetzaltenango porque teníamos que estudiar, mis hermanos estudiaron en la universidad, yo no, porque debía viajar a Guatemala, en ese entonces se consideraba que la mujer era sólo para ama de casa; me encapriché y mi padre me llevó a trabajar con él, su firmeza formó mi carácter.
Entre Totonicapán y Quetzaltenango, sin desagrados, transcurrió mi vida, entonces me casé, la felicidad y los hijos me obligaron a ser un ama de casa, hasta que un nuevo empleo de mi esposo nos trajo a vivir en Guatemala, fuimos parte del Club Rotario y yo la primera dama rotaria de Centro América.
Por fortuna aprendí la lealtad, el temple y la alegría permanente de mi padre, porque me quede sola, mi esposo y mi hermano murieron trágicamente con sus ideas, sé que fue difícil entrar en el proceso y hacerme cargo de los negocios existentes, pero me ayudaron mi hijo y mi padre, m entonces me absorbió el trabajo junto a la necesidad social.
Mi sobrino un día me dijo que llegara, porque iban a formar una fundación en honor a mí padre Juan Bautista Gutiérrez y yo sería la presidenta de la misma, desde entonces, hemos atendido a muchos jóvenes llenos de capacidad e inteligencia, que superan las expectativas de sus recursos y merecen una oportunidad.
Por supuesto que no es a todos los que podemos ayudar, las mejores notas en la escuela y el colegio, son parte del proceso que buscamos para formar un profesional con calidad humana, es un gran proceso de selección, finalmente a los seleccionados, les pido que dejen todo a un lado hasta que se gradúen de la universidad, porque después podrán no solo explotar su oportunidad como profesionales, sino darle a quien seleccionen como su compañía, lo que se merece un ser humano; además, tenemos una fundación que se llama FUNDANIÑAS, donde, de la misma manera, ayudamos a niñas para convertirlas en mujeres aptas para esta sociedad.
La parte más importante es que ayudando a otros, he sido y soy feliz, porque entendí que no se necesita dinero ni cosas materiales para serlo, hay gente que sin todo lo material, es más feliz que aquellos que tienen mucho dinero.
Mi matrimonio me dejó cinco hijos que llenaron mi vida y me impulsaron, se casaron y me dieron 17 nietos y 19 bisnietos, todos son mi pasión, la familia es primero porque por ellos y con ellos construimos este plan de vida, porque valoro mucho el legado motivador y firme que nos dejaron nuestros padres.
Aquí estoy muy orgullosa porque hemos ayudado a mucha gente necesitada, hemos formado grandes profesionales sabiendo que es el pilar donde descansa la prosperidad de nuestro país y sus familias, esto enaltece el corazón y abre la mente porque sembramos oportunidades, cosechando a cambio lo mejor, gratitud.