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El Timo: la llave de la energía vital

En el centro del pecho, detrás del hueso donde la gente toca cuando dice ‘yo’, queda una pequeña glándula llamada Timo. Su nombre en griego, ‘thýmos’, significa energía vital.

El timo es un pequeño órgano de estructura glandular situado en la base del cuello, justamente detrás de la porción superior del esternón.

Es de color rojo cuando el ser humano está en desarrollo, blanco grisáceo durante los primeros años de vida y con el tiempo va adoptando un color amarillento.

Está constituido por dos masas laterales, derecha e izquierda, que se las suele llamar impropiamente lóbulos, que están unidas entre sí en la parte central. Las dimensiones del timo varían notablemente con la edad. Así, por ejemplo, en un niño recién nacido este órgano pesa 12 gramos; en la época de la pubertad llega a los 29 gramos, para luego reducir gradualmente su peso y volumen hasta atrofiarse casi totalmente. Por este motivo se la considera la glándula endocrina de la juventud. Sin embargo, hasta el día de hoy no se ha descubierto una hormona específica segregada por el timo y su extirpación no presenta mayores problemas.

Pero, aunque no tenga una función endocrina específica, el timo está estrechamente relacionado con la actividad de otras glándulas y especialmente con la corteza suprarrenal, cuyas hormonas inhiben su desarrollo. Además, este órgano cumple con la función linfopoyética (productora de timocitos, semejantes a los linfocitos de la sangre) que es indispensable para la economía del organismo porque desempeña un importante papel en el desarrollo de las defensas inmunitarias produciendo sustancias necesarias para proteger al organismo de las infecciones (anticuerpos).

¿Será necesario decir más?

Si, es necesario decir algo más… El timo es un órgano del sistema linfático y endocrino, ya que secreta algunas hormonas. El timo tiene su máxima actividad durante la infancia y la adolescencia. En la edad adulta se atrofia parcialmente, conservando una actividad residual.

Generalmente, consta de dos lóbulos y se localiza detrás del esternón. El timo sigue siendo un ilustre desconocido. Él crece cuando estamos alegres y encoje a la mitad cuando estamos estresados y aún más cuando nos enfermamos. Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido. Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su ‘tamaño anormal’ podría causar problemas.

Más tarde la ciencia demostró que, así mismo encogiéndose después de la infancia, él sigue siendo activo; es uno de los pilares de nuestro sistema inmunológico -junto con las glándulas adrenales y la espina dorsal- y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje. Como una central de teléfonos por donde pasan todas las llamadas, hace conexiones para afuera y para adentro. Si somos invadidos por microbios o toxinas, reacciona inmediatamente produciendo células de defensa. Pero también es muy sensible a imágenes, colores, luces, olores, sabores, gestos, toques, sonidos, palabras y pensamientos.

Amor y odio lo afectan profundamente. Pensamientos negativos tienen más poder sobre él, que los

virus y bacterias. Como esa actitud negativa no existe en forma concreta, el timo intenta reaccionar y se debilita, luchando contra un invasor desconocido y abre espacios para síntomas de baja inmunidad, como los herpes.

En compensación, pensamientos positivos consiguen activar toda su energía, recordando que la fe mueve montañas.

Test del pensamiento

Este simple test puede demostrar esa conexión.

Cierra los dedos pulgar e índice en la posición de ‘ok’, apriete con fuerza y pida a alguien para intentar abrirlos en cuanto piensa ‘estoy feliz’. Después repita pensando ‘estoy infeliz’.

La mayoría de las personas conserva la fuerza en los dedos con el pensamiento feliz y se debilita cuando piensa que está infeliz. (sustituya los pensamientos por un delicioso helado de chocolate, una torta de coco, rellena con crema, para ver que sucede…)

Ese mismo test sirve para diagnosticar situaciones bastante más complejas. Por ejemplo, el médico necesita un diagnóstico diferencial, su paciente tiene síntomas en el hígado que tanto pueden significar cáncer, como abscesos por amebas.

Usando láminas con muestras o representaciones gráficas de una u otra hipótesis, testea la fuerza muscular del paciente estando en contacto con ellas y llega al resultado deseado. Las reacciones son consideradas respuestas del timo y el método -que ha sido demostrado en congresos científicos alrededor del mundo- ya es enseñado en la Universidad de Sao Paulo (Brasil).

El detalle curioso es que el timo queda bien pegado al corazón que se acaba ganando todos los créditos con relación a sentimientos, emociones, decisiones, manera de hablar, de escuchar, estado de espíritu, etc… “Estoy con el corazón apretado”, por ejemplo, revela una situación real del timo que solo por reflejo envuelve el corazón en el problema.

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