A Erick Quiroa, que Dios te tenga a su lado gozando de su encanto.
En la fortuna de tenerte como hijo me encaminaste, sembrando alegría y dicha por donde transitaste; para hacer mía una lección de vida me dejaste el recuerdo de este amor eterno que encarnaste.
Fueron días de angustia y sufrimiento absolutos, que pusieron en agonía perpetua mi corazón; mas, me daba fuerza, la dignidad y la hombría de mi niño imbatible, siempre lleno de ilusión.
Nunca dijiste me siento mal y como gladiador hasta el último minuto a la vida te aferraste, y velaste porque no te viera sufrir, tu suspiro de adiós permanece en mis brazos, ayúdame amor de mi vida a reconstruir este corazón por tu ausencia hecho pedazos.
La decisión divina permitió que finalmente descansaras, elevando tu vuelo para calmar el viejo dolor de cuatro años; como guerrero valeroso me entregaste más de lo que sufriste, guiándonos como líder para hacer realidad el deseo del que persiste.
Ahora busco darle amor a los que como tú los llena de esperanza, ver sus anhelos cumplidos para pintar en su rostro la alegría, y de alguna manera ver en ellos reflejada tu sonrisa, poniendo alas a cada sueño, gracias a ti y a tu gran ejemplo.
Guatemala, 4 de marzo del 2015