Con admiración al Grupo Folklórico de Carchá, conformado por niños conscientes de las tradiciones
Un grupo de niños que ejecutaban la danza tradicional de Guatemala, donde cada miembro del grupo baila a su mejor sabor, el famoso Son que hace sentir esos tiempos que se disfrutaba con frecuencia, con garbo y adornados con trajes formales que se veían ceremoniales, porque ponían el corazón en sus agradables pasos.
Los niños con su gusto por la música y la leyenda del Son, se movían con prestancia hasta que terminaron su artístico baile, mostrando su respeto y educación porque saludaron al finalizar y retirarse a un rincón del salón; luego fue un honor conversar con algunos niños que, entre sus frases y nuestra mirada sobre la hermosura de su baile, nos dieron su historia llena de entusiasmo y futuro, porque cada uno estaba soñando en ser el artista que deleite al público en un escenario concordante con sus sueños.
La Marimba versátil y melodiosa, sonaba imponente en la vehemencia de las manos de los músicos, que hacían danzar al conjunto de niños del grupo folklórico con pasos brillantes que daban la sensación de estar en los mejores tiempos del Son, por el gusto y la alegría que derrochaban en la pista las magníficas parejas de niños poniendo maestría en cada paso, y la emoción de los asistentes que aplaudieron con entusiasmo.
Escuchar a la ingeniosa Marimba ejecutada con gallardía y regocijo y ser testigo del baile de antaño, es como volver a vivir una quimera que, aunque parece que se ha marchado, pero no es así, porque el guatemalteco lleva en el alma los pasos para mostrar su habilidad de bailador.
Disfrutar de las delicadas notas musicales, como si tallaran la abundancia de colores del aristocrático Huipil bordado de lana y seda que distingue la identidad de la Etnia de donde viene el grupo folklórico, rico en proyección porque son niños que más adelante serán simplemente fantásticos.
La hermosura de los movimientos del Son que en el salón les da elegancia a las parejas, exóticos como la creatividad presente del Huipil que cubre y atavía la belleza de las niñas.
Los niños del grupo folklórico de Carchá son el recuerdo de lo que está archivado, de lo que en su momento era imprescindible, tararearlo o bailar emocionado al estilo del Son.
En cada paso ejecutado el grupo se empeña en construir la armonía del ritmo que perdura, y que espera soñoliento en el folklore relegado, pero hábilmente rescatado en su rítmico estilo.
Ver que con naturalidad afloran sus sonrisas como el reflejo de lo que sabe y siente cada uno, repasando la historia milenaria para que se quede esculpida en el sorprendido ojo de la concurrencia.
Se quedó en nuestra retina la dulzura de esos niños que desean revivir la elegancia de las tradiciones, el entusiasmo de los asistentes que practicaron después de no sé cuánto tempo, ese baile con signos aristocráticos, porque exige, en la pista, el alma en cada paso del delicado Son.
Guatemala, 2 de octubre de 2018
René Fonseca Borja, Ecuador