ROCHESTER, Minnesota: A medida que la disposición de las pruebas para COVID-19 se amplía, es fundamental que tanto los proveedores de atención médica como los funcionarios de la salud pública entiendan los límites de este análisis y el impacto que pueden tener los resultados falsos sobre la atenuación de la pandemia. Un artículo especial publicado en Mayo Clinic Proceedings advierte sobre el riesgo de confiar excesivamente en la prueba de COVID-19 para tomar decisiones respecto a los pacientes y la salud pública.
El artículo dice que en la literatura médica no se ha informado de forma clara ni congruente respecto a la sensibilidad de la prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR, por sus siglas en inglés) ni el rendimiento general de las características del análisis.
Por ello, los funcionarios de la salud pública anticipan una “segunda ola menos visible de infección proveniente de quienes obtuvieron resultados falsos negativos en la prueba”, comenta la Dra. Priya Sampathkumar, especialista en enfermedades infecciosas de Mayo Clinic y coautora del estudio.
“La prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa es más útil cuando muestra un resultado positivo, pero es menos productiva para descartar el COVID-19. Un resultado negativo en la prueba no siempre significa que la persona no tiene la enfermedad y, por lo tanto, hay que considerar esos resultados dentro del contexto de las características del paciente y de su exposición al virus”, anota la Dra. Sampathkumar.
Hasta en las pruebas con valores de sensibilidad altos del 90 por ciento, la magnitud del riesgo de un resultado de falso positivo puede ser grande, a medida que aumenta la cantidad de gente sometida al análisis. “En California, se calcula que la tasa de la infección por COVID-19 exceda del 50 por ciento hacia mediados de mayo del 2020. Con una población de 40 millones de personas, se anticiparía que con las pruebas integrales haya 2 millones de falsos positivos en California. Aunque el análisis se hiciera solamente en el 1 por ciento de la población, se anticiparían 20,000 resultados falsos positivos”, añade la doctora.
Los autores del trabajo también mencionan los efectos de esto sobre el personal de la salud. Si la tasa de la infección por COVID-19 de las más de 4 millones de personas que en Estados Unidos prestan cuidados médicos directos a los pacientes fuese del 10 por ciento (lo que está muy por debajo de las predicciones), se anticiparía obtener más de 40,000 falsos positivos al hacer la prueba a todos los proveedores de atención médica.
Esto acarrea riesgos para el sistema de atención de la salud en un momento crítico. “Actualmente, las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) para los trabajadores de la salud asintomáticos y con resultado negativo en la prueba pueden llevar a su inmediata reincorporación a las labores habituales de la atención clínica, pero con el consiguiente riesgo de propagar la enfermedad”, señala el Dr. Colin West, médico de Mayo Clinic y autor principal del estudio. El Dr. Víctor Montori, endocrinólogo de Mayo Clinic, también es otro coautor del trabajo.
Mientras se lidia con la enormidad de la creciente pandemia del COVID-19, es importante que los funcionarios de la salud pública cumplan con los principios del razonamiento basado en evidencias acerca de los resultados de la prueba y de los falsos negativos. El artículo de Mayo Clinic delinea estas cuatro recomendaciones:
• Cumplimiento estricto y continuo con el distanciamiento físico, lavado de manos, desinfección de superficies y otras medidas de prevención, independientemente del nivel de riesgo, de los síntomas o de los resultados de la prueba para COVID-19. Posiblemente se requiera que todos los trabajadores de la salud y los pacientes usen mascarilla.
• Necesidad urgente de desarrollar pruebas altamente sensitivas o análisis combinados para minimizar el riesgo de resultados falsos negativos. Se requieren mejores pruebas de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa y análisis serológicos, o sea, exámenes de sangre que identifiquen la presencia de anticuerpos o proteínas cuando el cuerpo reacciona ante una infección como el COVID-19.
• Evaluación muy atenta de los niveles de riesgo antes de hacer la prueba y cautela ante la obtención de resultados negativos, especialmente en quienes pertenecen a los grupos de mayor riesgo y en zonas donde se ha confirmado la amplia propagación de la infección por COVID-19.
• Necesidad de manejar los resultados negativos en la prueba de COVID-19 con protocolos estratificados de riesgo, los mismos que deben ir evolucionando según la disponibilidad de más estadísticas.
“En las personas que realmente son de bajo riesgo, un resultado negativo en la prueba puede ser suficiente para tranquilizar, pero en quienes corren más riesgo y aunque no tengan síntomas, el riesgo de un resultado falso negativo en la prueba amerita tomar otras medidas de protección contra la propagación de la enfermedad, como el autoaislamiento extendido”, anota el Dr. West.
En Mayo Clinic, la prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa es “uno de los muchos factores que se toma en cuenta para decidir si el paciente cumple con el criterio para COVID-19”, dice la Dra. Sampathkumar.
Si la prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa es negativa, pero los resultados de la radiografía de tórax o de la tomografía computarizada son anormales o si la persona tuvo contacto estrecho con un caso confirmado de COVID-19, la recomendación es seguir cuidando al paciente como si tuviese COVID-19.
“Hay que continuar refinando los protocolos para los pacientes asintomáticos y los trabajadores del área de la salud que han tenido exposición”, concluye la Dra. Sampathkumar.