En algunas ocasiones los baby blues se complican y pueden progresar a depresión postparto.
Cada minuto nacen 180 niños en el mundo, es decir 10,800 cada hora o 259,200 al día.
Aparecen alteraciones del estado de ánimo similares a la depresión en 200 mujeres por cada1,000 nacimientos (¡haga su cuenta!).
Los síntomas incluyen tristeza, falta de placer, decaimiento, alteraciones de sueño, irritabilidad y baja autoestima. Esta condición es más frecuente que otras complicaciones obstétricas como la preeclampsia (presión arterial alta), 20 mujeres embarazadas por cada 1000, diabetes gestacional, 50 mujeres embarazadas por cada 1000, y parto prematuro, 100 mujeres embarazadas por cada 1000.
Al grupo de síntomas y signos de depresión que aparecen después del parto se les conoce como DEPRESIÓN POSTPARTO. Generalmente inicia después de las 4 semanas posteriores al parto aunque puede presentarse en los días siguientes al mismo o hasta un año después y dura más de 2 meses.
La causa exacta se desconoce, pero es muy probable que estén implicados, tanto factores biológicos (predisposición genética o los cambios hormonales que se producen con la gestación, el parto y durante la lactancia), como factores socioculturales.
El diagnóstico es muy difícil de realizar debido a la resistencia de consultar a profesionales de la salud mental y a la falta de exámenes específicos.
50% de las mujeres con depresión postparto no recibe ayuda profesional, ni de amigos o familiares.
Por otro lado, el diagnóstico puede confundirse con los Baby Blues. Estos son un grupo de sensaciones y comportamientos relacionados a las emociones encontradas sobre la llegada del recién nacido que duran de 2 a 6 semanas.
Presentan llanto, dificultad para dormir, agotamiento, confusión, irritabilidad, tristeza y nerviosismo.
Esto podría generarse por una tensión emocional relacionada a cambios en el cuerpo a raíz del embarazo y el parto, cambios en las relaciones laborales y sociales, a tener menos tiempo y libertad para sí misma, a la falta de sueño y a las preocupaciones acerca de su capacidad para ser una buena madre.
A pesar de ser una situación compleja, no interfiere con la habilidad de una mujer para cuidar a su bebé; esta condición la sufre más del 50% de las mujeres después del parto.
En algunas ocasiones los Baby Blues se complican y pueden progresar a depresión post- parto.
Actualmente se utiliza la escala de depresión postparto de Edimburgo (Edinburgh Postnatal Depression Scale, EPDS) para mejorar el diagnóstico. Este cuestionario auto aplicable permite la detección y tratamiento tempranos de episodios depresivos.
El tratamiento de la depresión postparto o los Baby Blues debe incluir cambios en el estilo de vida:
- Sesiones diarias de ejercicio cardiovascular de 45 minutos de duración.
- Alimentación rica en vitamina C, Ácido Fólico, Triptófano. Omega 3 y 6, Calcio, Magnesio, Potasio.
En el caso de la depresión postparto, las guías de tratamiento sugieren el uso de fármacos antidepresivos. Su uso se decide en base a los riesgos y beneficios que pueda conllevar. Durante la lactancia materna estos medicamentos pueden transmitirse al bebé por la leche materna causando somnolencia, pérdida de apetito y peso, a pesar de estos efectos su uso es recomendado y debe ser estrictamente bajo supervisión de un Psiquiatra.
Sumado al ejercicio, la dieta y los fármacos, es vital llevar a cabo acompañamiento psicológico que permita a las madres mejorar la percepción de la maternidad y lo que esta implica.
La depresión postparto es una forma de depresión que se desarrolla a partir del nacimiento del bebé y que no debe confundirse con los Baby Blues. El primer paso para lidiar con este tipo de depresión es manifestar lo que se siente (sin culpa o vergüenza) a la familia, amigos y/o a algún profesional de la salud (Gineco Obstetra, Psiquiatra, Médico General…).
Consultar de manera temprana permitirá realizar un diagnóstico y un tratamiento oportunos, evitando de esta manera complicaciones para la familia, la madre y en especial para el recién nacido.